El agua que baja de las nubes en forma de lluvia cae a la cordillera, se forma la nieve y se derrite para bajar por los ríos, recorre los valles hasta llegar al mar. En el mar se forman las nubes y estas viajan a las montañas. Pero el agua siempre es agua, pase por donde pase, vaya a donde vaya. Su esencia no cambia.
Es nuestro Padre, omnipresente en todo momento, su inmenso calor nos cobija, aunque los días simulen frío. La mirada no se enfoca en él, pero se percibe su presencia, y cuando se mira, su poder no lo soportamos mucho. Es nuestro guía en este sendero, estrecho y largo... infinito.
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